Urgentemente
necesito un par de alas.
Ya vinieron los cuerpos amantes
y las manos amigas
para sofocar esta llama fría
de angustia.
Ahora necesito un par de alas
delirantes y veloces
para estrellar la razón
en el acantilado más duro del mundo.
Si he de morir
que no sea lentamente
ni sobre el asfalto
ni bajo el cemento asesino.
Que no sea entre los humanos
a los que mi irracionalidad ha abandonado.
Si he de morir
que sea en el riesgo
del último vuelo desesperado,
¡oh Icaro!
hacia lo Inefable.
Dokushô Villalba
Sevilla, 1976
durante un ataque de romanticismo juvenil.